La noche del 1 de julio de 1888 moría asesinada en su domicilio de Madrid, situado en la calle Fuencarral, 4º piso, 2º izquierda, nº 109, Luciana Borcino, mujer viuda, de 50 años de edad.
El caso despertó desde el principio una profunda conmoción en la sociedad de la época, no solo por el modus operandi, Luciana fue encontrada muerta con varias puñaladas en el abdomen y parcialmente quemada, sino porque la opinión pública identificó lo acontecido los días después del crimen, como un juicio del proletariado frente a la burguesía.
LOS PROTAGONISTAS
La víctima
- Luciana Borcino: viuda de 50 años, que aunque vivía con austeridad poseía una gran fortuna.
Los sopechosos
- Higinia Balaguer: «sirvienta» de Luciana Borcina. 28 años. Sin antecedentes penales. Llevaba seis días al servicio de la fallecida cuando sucedió el crimen. Principal sospechosa. Declarada culpable y ejecutada en julio de 1890.
- Dolores y María Ávila: hermanas. Amigas íntimas de Higinia Balaguer.
- José Vázquez Varela Borcino: hijo de Luciana. 23 años. En el momento del asesinato cumplía condena de tres meses de arresto mayor por hurto en la cárcel Modelo en Madrid.
- José Millán Astray: director de la cárcel Modelo madrileña, donde José Vázquez cumplía condena y antiguo «señor» de Higinia Balaguer, con la que se le llegó a relacionar sentimentalmente.
Los testigos
- Luis Ramos Querencia: funcionario de presiones que manifestó haber escuchado a José Váquez Varela, hijo de Luciana Borcino confesar ser el autor de la muerte de su madre, además de asegurar haberlo visto por las calles de Madrid, durante su tiempo de encarcelamiento.
- Manuel Triviño: portero de la finca donde vivía Luciana Borcino.
Los abogados
- Nicolás Salmerón: ex presidente del Gobierno de la República. Abogado defensor de Higinia Balaguer.
- Francisco Silvela: abogado de la acusación particular, contratado por la prensa.
- Díaz Cobeña: abogado defensor del Sr. Millán Astray.
- Pérez de Soto: abogado defensor de las hermanas Ávila.
El protector
- Eugenio Montero Ríos: presidente del Tribunal Supremo y protector de José Millán Astray.
El juez
- Don Conrado de Córdoba
LOS HECHOS
La mañana del 2 de julio de 1888, Manuel Triviño, portero de la finca situada en la calle Fuencarral nº 109, se dirigió al Juzgado de Guardia del distrito de Hospicio para informar que en el piso 4º, 2º izquierda de la finca en la que trabajaba salía humo por la ventana.
Tras obtener la orden judicial para poder acceder a la vivienda, se constata el asesinato de Luciana Borcino, viuda de 50 años, que gozaba de una buena situación económica, brutalmente acuchillada y quemada parcialmente. La mujer estaba acompañada por Higinia Balaguer, a su servicio desde hacía seis días y que yacía desvanecida en el suelo de la cocina.
El informe forense
El informe forense constató que la víctima recibió tres puñaladas en el pecho, una de las cuales seccionó el cartílago de la quinta costilla, llegando al pericardio y ocasionándole la muerte instantánea.
Igualmente, el informe recogía que el cuerpo de Luciana presentaba la cabeza y las extremidades superiores carbonizadas. La hora de la muerte se fijó alrededor de las diez de la noche anterior, osea el 1 de julio de 1888.
Las primeras declaraciones
La primera persona en declarar fue Higinia Balaguer quien afirmó no saber nada de lo ocurrido y explicó que el día 1 de julio cuando regresó a casa, Luciana Borcino estaba acompañada de un señor y que se retiró a su habitación sin mediar palabra con la señora.
Aun así, Higinia fue procesada, al estimar el juez de instrucción que existían indicios de criminalidad. En primera instancia se estableció el robo como móvil.
El hijo de la asesinada: el «pollo Varela»
Por aquel entonces, el hijo de Luciana Borcina, José Vázquez Varela, conocido como el «pollo Varela», se encontraba cumpliendo pena en la cárcel Modelo de Madrid. Al frente del penal estaba José Millán Astray, para quien Higinia había trabajado en el periodo inmediatamente anterior a ser contratada por la fallecida recomendada por este último.
José Vázquez, por su parte, dijo no saber nada de lo ocurrido, habiéndose enterado por un funcionario de prisiones de la muerte de su madre, añadiendo que era una mujer de difícil carácter y que desconocía con quién podría relacionarse.
El papel de Millán Astray
Ante el silencio de Higinia Balaguer, tras la primera declaración, José Millán Astray se prestó a hablar con ella en la cárcel de mujeres donde estaba recluida. Esta conversación será determinante en el proceso, ya que justo en este momento, Higinia cambia su declaración y admite haber asesinado a Luciana Borcina. Su móvil, tal y como ya se había determinado en las diligencias previas, el robo, siendo en este punto donde aparece Dolores Ávila, amiga y confidente de la detenida y persona a la que les es entregado el botín sustraído.
«Donde dije digo, digo Diego»
Sin embargo, como no hay «dos sin tres», Higinia cambiaría posteriormente su declaración, inculpando a José Millán Astray y a José Vázquez Varela como autores del delito.
LOS INTERROGANTES
¿Cómo pudo José Vázquez Varela asesinar a su madre si estaba en prisión?
Numerosos testigos declararon que José Vázquez Barela guardaba una estrecha relación con Millán Astray, quien le permitía salir de prisión y disfrutar de ciertos permisos siempre que él quisiera.
Aquel día, el «pollo Valera» habría comido con su madre, regresando más tarde con dos amigos quienes le ayudaron a cometer el crimen: Medero y Lossa.
¿Qué tenía que ver en todo esto José Millán Astray?
Se suponía que Millán Astray disfrutaría de parte de la herencia de Luciana Borcino una vez muerta. Hay incluso quien afirma que el robo por el que José Vázquez Barela fue encarcelado fue premeditado, para facilitarle una coartada al hijo de la fallecida.
¿Cuál había sido, entonces, el rol desempeñado por Higinia Balaguer?
Higinia debería guardar silencio. Se dice que pagaron este silencio con 1 000 pesetas. Sin embargo, su avaricia la llevó a robar en casa de la señora cuando su hijo abandonó el domicilio después de matarla. Botín que entregó a su amiga Dolores Ávila, tras lo cual quemó a Luciana Borcino con intención de hacer desaparecer el cadáver.
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
El papel de los medios de comunicación fue decisivo. Cuando Higinia declara por tercera vez y todos señalados por el dedo acusador de la mujer niegan la historia, los directores de los principales periódicos entre los que se encontraban La Iberia, La República o El País, decidieron intervenir directamente con el objetivo de ayudar a esclarecer los hechos.
En primer lugar, contrataron a D. Francisco Silvela como abogado de la acusación privada. El nombramiento movió incluso a Cánovas del Castillo que no vio con buenos ojos la participación del letrado en el caso.
Desde el principio la acusación privada consideró tanto a Higinia, como a Millán Astray y a Vázquez Varela culpables en diferente grado del asesinato.
La «acción popular»
El hecho de que la prensa interviniera le dio una nueva dimensión al asesinato, otorgándole una proyección que incluso traspasaría nuestras fronteras.
A partir de este momento en Madrid no se hablaba de otra cosa. El pueblo se posicionó al lado de Higinia Balaguer y Dolores Ávila, como representantes del proletariado y víctimas del sistema social.
LA SENTENCIA
La sentencia declaró a Higinia Balaguer culpable de los delitos de asesinato y robo, con el agravante de incendio y a Dolores Ávila de los de complicidad y encubrimiento. José Millán, María Ávila (hermana de Dolores Ávila) y José Vázquez fueron absueltos.
El Tribunal Supremo
Se revisó el proceso. Nadie estaba satisfecho con el resultado final. No se trataba de exculpar a Higinia Balaguer, sino de encontrar a los verdaderos culpables. Se habló de políticos corruptos y cómo ¿no? «de poderoso caballero es Don Dinero».
El final fue ¿inesperado? «garrote vil» para Higinia Balaguer y 18 años de cárcel para Dolores Ávila.
Las reacciones populares: recogida de firmas
Las reacciones populares fueron unánimes y nada alejadas de lo que hacemos hoy en día, desde recogida de firmas solicitando el indulto hasta la búsqueda de apoyo de personalidades como Pérez Galdós. Todo en vano, el Consejo de Ministros celebrado el 16 de julio de 1890 y presidido por Cánovas rechazó todas las peticiones y finalmente la sentencia se cumplió.
EL NACIMIENTO DE LA CRÓNICA DE SUCESOS EN ESPAÑA
Tras el crimen de la Calle Fuencarral y la polémica suscitada, los diarios españoles inauguraron una nueva sección que llegaría hasta nuestros días, la crónica de sucesos veía la luz para no apagarse nunca.