Inteligencia de los pronombres · Inteligencia emocional · Inteligencia social

La inteligencia de los pronombres: del yo al nosotros en la gestión de equipos

Yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos son el conjunto de pronombres personales que conforman el conglomerado de las relaciones sociales y profesionales que establecemos a lo largo de nuestra vida y que comienzan en la primera persona del singular, se concretan en la inteligencia emocional, culminan en la inteligencia social, y dan forma a un nuevo concepto (elaboración propia, disculpen el atrevimiento) que suelo utilizar, con cierta frecuencia, en mis clases de criminología en relación con otros términos como la otredad o el falso consenso: la inteligencia de los pronombres.

El coeficiente intelectual

Más allá de su origen etimológico, conceptualmente la palabra inteligencia habla de «quien sabe elegir entre varias opciones la más conveniente».

Así, la memoria, la atención o el aprendizaje configuran lo que se conoce como coeficiente intelectual, puntuación que valora nuestra capacidad intelectual, pero cuyo resultado no es determinante para asegurar el éxito en todo aquello que nos propongamos, ya que la inteligencia emocional y la inteligencia social parecen ser el origen en un 65% de todos nuestros logros.

La inteligencia emocional: gestionando mi «yo»

Identificar como me siento y la gestión de mis emociones junto con la capacidad de motivarme, no rendirme, perseverar en mis objetivos y conseguir potenciar lo mejor de mi misma daría forma a este tipo de inteligencia que, personalmente, creo que podría interpretarse como la inteligencia del «yo». 

Es la inteligencia de la adaptación, ya que en la medida en la que logre controlar mis impulsos y tolerar la frustración, seré capaz de convertir amenazas en oportunidades alcanzando todas mis metas, sin prisa pero sin pausa.

La inteligencia social: gestionando el «nosotros»

Más allá de mis habilidades personales, se sitúan las habilidades sociales. En este caso, no hablo de la capacidad de comunicación, ni de liderazgo, ni de ese conjunto de rasgos que definen al DIRECTIVO con mayúsculas, demandado por grandes y pequeñas empresas o a la PERSONA a la que todos, en algún momento, hemos querido ver en el espejo.

No hablo de los «carismáticos» o grandes negociadores. Hablo de la capacidad real de relacionarse desde la empatía o el altruismo, es decir, de la capacidad de comprender a los demás y conseguir interactuar con las personas que nos rodean con éxito o, lo que es lo mismo, sobre la base de la cooperación.

La inteligencia de los pronombres: del «yo» al «nosotros»

De la combinación de ambas inteligencias, nacería la inteligencia de los pronombres, convirtiéndose en un «debe» en la gestión de equipos. Equipos que bien pueden ser de trabajo pero que también pueden ser identificados en un ámbito mucho más íntimo, familia y/o amigos, dando lugar al establecimiento y consolidación de relaciones que equilibran los afectos y donde desaparecen las diferencias fundamentadas en autoritarismos y sin razones. 

Podría, incluso, identificarse como el paso de un yo correctamente gestionado a un nosotros perfectamente definido. Con muchos matices, estoy de acuerdo, pero esto es materia de un artículo mucho más profundo, que quizás algún día vea la luz. 

«El problema no es sentir, normalmente, el problema radica en lo que hacemos con nuestras emociones»

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