«Cuando de repente te descubres visitando tu perfil en diferentes redes sociales para ver cual es el impacto de cada una de tus publicaciones, te das cuenta que algo no va bien, máxime si la frecuencia se intensifica en función de la actividad desplegada»
Así, comenzaba hace escasos días una de mis clases de sociología, intentando profundizar en el comportamiento que hemos adoptado tras la irrupción de facebook, instagram o linkedin en nuestra vida diaria, con el objeto de identificar las posibles consecuencias de una conducta que puede volverse un tanto obsesiva.
Y es que al final las redes sociales se han convertido en un escaparate, del «quienes somos» y el «cómo vivimos», donde, de alguna manera, todos buscamos reconocimiento (¿quién de nosotros no ha podido reprimir una sonrisa cuando alguna de nuestras publicaciones ha sido ampliamente aceptada por un público que nos es, más o menos, familiar?).
La pertenencia a grupo, el punto de partida
Lo que está claro es que el Sr. Mark Zuckerberg (entre otros) no inventó ni la pólvora ni la rueda y, mucho menos, la fregona. La pertenencia a grupo es una de las grandes NECESIDADES del ser humano (en el sentido más estricto de la expresión). Aumenta las percepciones positivas sobre nosotros mismos. Nos ayuda a sentirnos socialmente aceptados. Es el origen de nuestra identidad social y se traduce en el refuerzo de los vínculos de lealtad que desarrollamos hacia otras personas.
El poder del «like»
De esta forma, cada «like» es reconocido y vivido como un halago, intensificando nuestra sensación de pertenencia a una comunidad con la que nos identificamos (o no), mientras que las críticas o la ausencia de interacción pueden ser consideradas como un rechazo en toda regla.
En este sentido, es importante tener en cuenta que aunque determinadas conductas estén condicionadas por un amplio abanico de variables entre las que podemos contemplar la edad, la posición social, el estilo de vida, el género o la categoría profesional. Cuando hablamos del poder del «like» existen otros factores relacionados directamente con el «refuerzo positivo».
El refuerzo positivo, ¿a quién le amarga un dulce?
Definimos el refuerzo positivo como aquel refuerzo que incrementa la posibilidad de que una conducta se repita. En las redes sociales la aprobación social se convierte en ese elemento motivador que refuerza nuestra conducta ante un estímulo emocional. A todos nos gusta gustar (y más si es de una forma abierta y pública).
El problema radica en que una vez que alcanzamos una tasa máxima de «likes» mantenerla no es sencillo, por lo que si se aprecia una disminución de «me gustas» es probable que desestimemos, con el tiempo, continuar con nuestra actividad, condicionados por el temor a no obtener un número determinado de interacciones o, en su defecto, eliminemos aquella entrada que no obtiene la aceptación esperada.
El refuerzo parcial
Por otro lado, es curioso ver como aquellos perfiles acostumbrados al refuerzo parcial (el número de respuestas varía de forma aleatoria) son más proclives a aceptar que determinados contenidos no hayan impactado al mismo nivel que otros, por lo que su actividad no se ve tan condicionada por el computo final de «shares» o «comentarios».
La activación del núcleo Accumbes
La realidad es que diversos estudios han demostrado que los likes (facebook) y las recomendaciones (Linkedin) activan una pequeña región en el centro del cerebro vinculada a la habilidad que tenemos de experimentar el dolor y placer, el núcleo Accumbes.
Esta región tiene una gran relevancia a la hora de establecer la automatización y aprendizaje de conductas dirigidas a la obtención de una recompensa.
Su activación no solo se produce cuando hemos conseguido el premio esperado, si no que comienza en el mismo momento en el que anticipamos qué es lo que va a ocurrir. En este caso, la culpable es la dopamina que llega al núcleo Accumbens haciéndonos sentir placer. Pero cuidado, porque ante situaciones negativas la dopamina desciende de forma drástica.
La hiperactividad en el núcleo Accumbes (liberación excesiva de dopamina) puede llegar a producir una búsqueda de la satisfacción personal sin valorar las consecuencias.
Las recomendaciones que sustituyen a los helados
Podemos concluir, por tanto, que obtener un «like» en una red social es como comerse un helado o simplemente dar un paseo por el parque, puesto que en todos los casos anticipamos los resultados, disfrutamos de la experiencia de la planificación y posteriormente obtenemos la recompensa. Algo que no tiene porque se perjudicial para nuestra salud física ni mental, teniendo en cuenta que los comportamientos compulsivos o adictivos se ven condicionados por el control cognitivo (capacidad de generar respuestas mediadas por la atención y el razonamiento).
Por lo tanto, es completamente normal que todos sintamos placer cuando alguien recomienda nuestras publicaciones en las redes sociales, puesto que obtenemos el reconocimiento buscado y anticipado, al activarse nuestro núcleo Accumbes como consecuencia de la liberación de la dopamina. Sin embargo, cada «like» puede convertirse en algo adictivo dada la inmediatez de las gratificaciones que recibimos poniendo a prueba nuestro neocórtex y la capacidad que tenemos para controlar nuestras emociones.